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Viñas

Sin duda el cultivo de la vid es la actividad más singular de la campiña jerezana y el que la dota de personalidad propia. La viña se asienta sobre terrenos constituidos por margocalizas llamadas 'Albarizas'. Estas se extienden principalmente por la zona noroccidental del término, existiendo plantaciones aisladas de menor extensión en otros puntos, como las inmediaciones de Cuartillo, Torrecera o Gibalbín.

El número de hectáreas oscila a lo largo del tiempo en función de la situación del Jerez, extendiéndose o disminuyendo la superficie destinada a su cultivo según los vaivenes del mercado. La superficie destinada a la vid, si bien muy productiva, no es representativa del total del suelo agrícola jerezano. Las explotaciones de viñedo están comprendidas entre 0’5 y 2 Has. de tamaño medio.

Asociadas a las mismas encontramos edificaciones típicas de la campiña jerezana, caracterizadas por sus bodegas, algunas de las cuales constituyen verdaderos museos dedicados al vino.

En la actualidad, varios de esos cortijos han diversificado su actividad económica, convirtiéndose en ventas rurales, de gran aceptación para el público jerezano. Algunas de ellas se pueden consultar en la Guía Gastronómica del Jerez Rural.

Desde el punto de vista ambiental, el cultivo de la vid tiene efectos tanto positivos como negativos.

Entre los positivos destacan la fijación del suelo que ejercen sus raíces, la retención de agua de lluvia que las técnicas de cultivo propician, el alimento que sus frutos ofrece a unas pocas especies, el sustento que sus ramas dan a los nidos de algunas aves y el cobijo que su follaje brinda a diversas especies en una época donde un sol de justicia obliga a buscar una sombra que evite la deshidratación.

Es de destacar la importancia de la vid como arbusto, en un entorno donde, por lo general, escasean tanto éstos como los árboles y donde la mayoría de plantas existentes se secan a finales de primavera. En esos momentos la ausencia de vegetación convierte a la vid en el único refugio donde guarecerse del implacable sol.

Entre los efectos negativos que este cultivo tiene está la costumbre de erradicar cualquier tipo de vegetación que intente crecer en el entorno y la utilización en su cuidado de diversas sustancias químicas. En los últimos años parece que se está reduciendo el empleo de biocidas en la viña gracias al empleo de trampas de feromonas y otras técnicas de lucha integrada que acercan a este cultivo a los ecológicos.

La viña no es un hábitat muy biodiverso pero alberga interesantes poblaciones de algunas especies. Desde el punto de vista ambiental y desde el económico es digno de resaltar su importancia para especies cinegéticas como la liebre, el conejo y la perdiz. Encontramos aves como el pardillo, aquí llamado suin, el jilguero, mosquitero común, lavandera blanca, cogujada común y, en algunas zonas como Cuartillos, alzacola. Entre los mamíferos, además de liebres y conejos, encontramos lirones caretos y ratas campestres. El Lagarto ocelado es quizás el reptil más característico de estos espacios.

Las especies relacionadas anteriormente son las que con mayor frecuencia se encuentran en los grandes viñedos, normalmente rodeados de cultivos, en aquellos otros cercanos a ecosistemas como bosques isla, pastizales, etc. se puede encontrar mayor diversidad.

Otro hecho digno de mención es la ubicación de los terrenos destinados a viñedos en la ruta del paso migratorio que hace que, en las épocas en que estos se producen, pueda encontrase descansando o alimentándose en estos espacios una lista de especies mucho mayor.

También es frecuente la presencia de aquellas especies, que fuera de la época de cría, deambulan de paraje en paraje en busca de alimento caso del busardo ratonero o las aguilillas calzadas que deciden quedarse en invierno.

Además de la viña se cultivan en la campiña otras especies leñosas como olivos, naranjos y otros frutales.

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